muchas veces monogamía con el tiempo empieza a significar monotonía.

martes, 2 de noviembre de 2010

Capítulo 1.1 - Fuente de las Trois Grâces

Montpellier, 24 de mayo. Aquí estoy, sentado en frente de la fuente de las Trois Grâces, recordándola, recordando aquél congreso de medicina en París, fui ahí la primera vez que vi a Marie, la mujer de mi vida. Suena el teléfono, atiendo
- Paul, te extraño, me dice entre lágrimas, le explico que no me puedo ir de Monpellier por los momentos, tengo que esperar a la entrega de títulos para poder viajar a París y poder vivir con ella. Se nota más calmada, y dice que vendrá a Montpellier, que tiene curiosidad de conocer esta pequeña ciudad. Continuo, dictándole la dirección exacta de la fuente en donde me encuentro, que de ahí nos iremos a casa.
Cuelga, sin oportunidad de decirle que la amo, que quiero estar con ella. Paso cinco minutos más en la fuente, que aún en primavera sigue congelada. Me encuentro con Louis, un buen amigo de la facultad de medicina, le comento lo fría que está esta primavera.
- Parece que pasaremos de invierno a verano, las temperaturas tardan en subir, a lo que comento que decido irme a vivir a París, se queda en silencio y pregunta el motivo de mi ida. Parece no estar muy feliz, después de todo yo había sido su único apoyo en éstos seis años de carrera.
-He encontrado a la mujer de mi vida -dije- comento, que podemos ir a Comptoir de l'arc, un pequeño café a la vuelta del Arco de Triunfo de ésta pequeña ciudad, apróximadamente a unas tres cuadras de casa, la invitación se debe a que había mantenido oculta a aquella mujer, que creía que me hacía feliz y sentía la necesidad de contarle lo que pasaba.
Quedamos en vernos a las seis de la tarde, me aconseja que lleve paraguas, hay pronóstico de lluvia. Me dí cuenta de algo que no había pensado, al irme de aquí, estaba perdiendo a mi amigo. Entonces, el frío invade mi cuerpo, y tomo el tranvía al hospital. Por mi mente pasa el cambio que ha ocurrido en ésta ciudad, los turistas cada vez eran más frecuentes, y hasta el tranvía había cambiado su apariencia antigua. En el hospital recibo a una mujer, tiene algunos hematomas, nada grave, sin embargo noto una tristeza en su interior, a lo que intuí que era maltratada por su marido. Su marido le ha hecho esto cierto. -pregunté- Quiero la verdad, a lo que me responde con un acento extranjero, de pronto comprendí que la mujer estaba indocumentada, y por eso había soportado todos éstos maltratos de su esposo. Agregué que la ayudaría en todo, que no se preocupara. Después de varios pacientes, uno menos grave que otro, como es de esperarse de una ciudad tan pequeña. Miro la hora, me doy cuenta que van a ser las seis, estoy agotado, pero quedé en ir con Louis al pequeño café.


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